Breve introducción a la Educación Prenatal.
Qué es y qué no es Educación Prenatal
Cada vez más descubrimientos científicos evidencian que el periodo prenatal es una de las etapas fundamentales en la vida del ser humano.
En él, la persona construye las bases de su salud, de su afectividad, de su equilibrio, de sus capacidades de relación, de su inteligencia, de su creatividad… Y lo hace por medio de los materiales físicos y psicológicos aportados por su madre, con el apoyo importante de todo su entorno, de sus seres queridos, y de la sociedad en general.
La madre, con sus pensamientos, sus sentimientos, su forma de vivir, sus estados interiores, puede «educar» al niño/a antes de que éste nazca, entendiendo aquí por educación la capacidad de despertar, de desarrollar todas las capacidades latentes en el individuo, ya sean de orden físico, emocional, intelectual o ético.
El bebé en el útero vive y convive intensamente con su madre 24 horas al día durante 9 meses. Él no tiene la posibilidad de hacer una selección entre lo que le beneficia y lo que le resulta nocivo. Es la futura madre la que debe hacer esa selección, y para ello necesita la colaboración de todos, como hemos expuesto anteriormente.
A nivel físico, el bebé construye su cuerpo con los materiales aportados por la sangre de su madre. A nivel afectivo comparte las emociones de su madre, las cuales le llegan por la sangre, líquidos, así como por vías hormonal y neuronal (neuronas espejo, G. Rizzolati, 1992). A nivel mental, los pensamientos e imágenes mentales de su madre le influyen.
Todo lo cual invita a los futuros padres, y sobre todo a la futura madre, primera y principal educadora de su hijo/a, a transmitirle lo mejor de sí misma para sembrar en él/ella la alegría, la tolerancia, la paz, el amor, el entusiasmo, el respeto… es decir, sensibilizarle a los más bellos valores del ser humano.
Informar de ello a los futuros padres es esencial, ya que es permitirles dar conscientemente a sus hijos/as las mejores condiciones para su desarrollo como persona. Las evidencias científicas apuntan a que es una labor de vital importancia, si tenemos en cuenta todos los beneficios, tanto de índole personal como social, que se derivan de ello.
Esta educación debería efectuarse ya desde las escuelas, colegios e institutos, transmitiendo a las niñas y niños, a las y los adolescentes, en definitiva, a las futuras mamás y a los futuros papás, toda esta riqueza.
Por ello, es fundamental que estos nuevos conocimientos se integren en la formación de los profesionales de la educación (de todos los niveles educativos) y se incorporen en los programas escolares, así como en la formación de los profesionales de la salud, de la información, etc.
Antes de continuar, creemos que es importante dejar claro qué no es Educación Prenatal. Para ello, conviene distinguir entre instrucción y educación.
La instrucción es la transmisión de conocimientos y de habilidades. Y para ello utiliza métodos de aprendizaje.
La educación, en cambio, concierne al despertar y al desarrollo de las potencialidades del ser, y es la base de su relación con el mundo.
Esta clarificación es necesaria si queremos evitar errores o consecuencias perjudiciales para el “niño prenatal”, si queremos evitar violentarle.
No hay nada que enseñar al feto. Intentar hacerlo sería artificial, arbitrario y peligroso.
La educación prenatal de la que hablamos permite el desarrollo de las potencialidades del ser humano. Tiene lugar de forma natural, y se opera a través de la madre en el ámbito de los procesos naturales del embarazo. Por ello podemos denominarla también «educación prenatal natural«.
De hecho, esta educación prenatal consiste en “pequeñas acciones”: amar al bebé prenatal, acariciarle, comunicarse con él, pensar positivamente en él, hablarle, cantarle, admirar la belleza en la naturaleza, en el arte y en los seres humanos, utilizar la imaginación creadora para impregnar al bebé prenatal de las más bellas imágenes y sensibilizarlo a los más nobles valores humanos, deseándole las mejores y más maravillosas cualidades, etc.
Concierne también a la forma de vida de la madre durante el embarazo: alimentarse con alimentos sanos y que aporten energía; evitar sustancias perjudiciales (alcohol, tabaco, drogas); oxigenar su sangre con una buena respiración; tener sentimientos y emociones positivas; evitar en lo posible conversaciones, lecturas, música o espectáculos violentos o deprimentes; tener pensamientos positivos…
El papel del padre también es muy importante. Puede comunicar con el bebé prenatal con la voz, tocarle, acariciarle, y sobre todo darle alegría y confianza a través de una madre feliz y segura.
Estas “pequeñas cosas”, que de hecho reflejan los estados interiores de la madre, son transmitidas energéticamente por empatía, y por las hormonas del bienestar, y el niño grabará en su estructura fundamental la capacidad de amar, de cooperar, y de encontrar soluciones equilibradas a los conflictos.
Desgraciadamente el estrés, el miedo o la violencia, que provocan sus correspondientes estados psicológicos, también son transmitidos. Si durante el embarazo la futura madre atraviesa por dificultades, enfermedad, penas, miedo, estrés, que sepa también que posee un “escudo” protector para su futuro hijo: su amor. Que le explique lo que le pasa, como recomienda Françoise Dolto (pediatra y psicoanalista de la infancia).
Este valiente esfuerzo será bueno para ella, y el niño grabará que la vida a veces da golpes duros y que a veces se pasa por momentos difíciles, pero que se pueden superar. Entonces se asentarán en él las bases de un carácter fuerte. Así estará dotado, desde el periodo prenatal, de los fundamentos de la “resiliciencia”, de los que habla Boris Cyrulink, esta capacidad que poseen los seres que se han estructurado precozmente con amor y confianza, de reconstruirse tras un choque desestabilizador.
Estas aportaciones afectivas y de relación, estas preciosas disposiciones de carácter, son un regalo inestimable que se le puede hacer al hijo: le acompañarán durante toda su vida. Ofrecerlo con gozo, cuando ello sea posible, y sin culpabilidad cuando no lo sea.
Si la madre y el padre son informados de esta educación prenatal natural, pueden ofrecer a su futuro hijo las mejores condiciones para su salud, su equilibrio, su desarrollo físico, emocional, intelectual, ético, etc.
Estas inmensas posibilidades son accesibles a todos los futuros padres, en cualquier lugar del mundo.
La Educación Prenatal Natural es la más poderosa prevención de los desórdenes físicos y psicológicos. Esta educación, ofrecida de manera natural por la madre y el padre a través de su forma de vivir, el cuidado amoroso hacia su bebé prenatal, sus pensamientos y sentimientos hacia él, influencia al bebé prenatal en las raíces de su vida y participa en la construcción de su cuerpo, psiquismo y carácter.